Las camareras, esos carritos con ruedas que funcionan como superficie o mueble de almacenaje auxiliar, vuelven a resurgir como objeto de deseo para hogares y exteriores. Surgieron en la época victoriana para transportar el servicio de té, comenzaron a popularizarse como mueble-bar en la primera mitad del siglo XX y alcanzaron su máxima fama como icono de sofisticación en los años 50, para después ir cayendo en desuso. Sin embargo, las tendencias en mobiliario y decoración están volviendo a recuperar esta pieza que no solo tiene muchas posibilidades estéticas, sino que además puede resultarnos muy útil.
¿A qué se debe el resurgimiento de este mueble tan necesario en otras épocas?
Definitivamente porque no pasa desapercibido el mueble camarera empezó a popularizarse durante la época victoriana (1837 – 1901), pero en aquel momento su uso no se asociaba a las bebidas alcohólicas, más bien al servicio de té. No fue hasta finales de la década de los 30′ y más concretamente, bien entrada ya la de los 50′ cuando empezaron a servirse cócteles en estos carritos. Actualmente una corriente artística y de diseñadores de producto e interiores, ha optado por rescatar estas bonitas piezas y devolverles su esplendor. Éste es el momento en el que su uso se populariza en todo el mundo, gracias a las películas de la época en la que aparecía un galán de Hollywood sirviendo unos whiskys con hielo en unos hermosos vasos de cristal tallado.
Desde aquel momento, si no teníamos barra en casa, la camarera se convertía en el centro de las reuniones familiares o con amigos. Posteriormente, muchas casas ya incorporaron una barra de bar de madera o revestida en piel y una vitrina de rincón donde colocar las bebidas, con lo que con el tiempo, la camarera caería un poco en el olvido.
Entonces no se trata de un regreso de los carritos bar o camareras, sino una recuperación de la costumbre y de una reinvención, que vuelve a poner a este bonito y útil mueble auxiliar entre los favoritos de cualquier amante de lo retro y del glamour que desprenden los clásicos.
Si por algo destacan las camareras, es por ser multifunción: flexibles, móviles y pueden adaptarse a cualquier rincón y estilo decorativo. Con uno de éstos en nuestro salón o jardín, que deje a la vista el vistoso y sofisticado plantel de botellas y copas del que dispongamos, cualquier hogar adquirirá inmediatamente un aire de elegancia clásica.
Pero no sirven solo para almacenar bebidas, sino cualquier otra cosa que se nos ocurra: pueden ser una estantería para los libros, un mueble de baño para almacenar toallas, un aparador auxiliar de cocina donde guardar cubiertos y vajilla. Y siempre con la ventaja añadida de que se puede desplazar muy fácilmente, por lo que puedes asignarle una situación fija o bien usarlo para transportar cosas de un cuarto a otro de la casa, como la comida o la bebida de la cocina al comedor, del interior al jardín, puedes encontrarlas en todos los estilos y tendencias, las más clásicas, de cristal y tonos metalizados en clave retro; industriales para aportarle un toque moderno a tu hogar; de estilo vintage, delicadas y naïf, perfectas para almacenar los juegos de té o la vajilla más artística; o bien minimalistas, reducidas a líneas sencillas y contemporáneas que actualizan este mueble tan clásico. En madera, acero, cristal, mimbre, bambú. Tanto los materiales como los diseños conforman una oferta muy amplia.
El espacio adicional de almacenaje que proporcionan y la facilidad para encajarlas en cualquier rincón las convierten en ideales también en los espacios más pequeños. Puedes utilizarlas para colocar macetas y plantas, como cómoda o estantería, para guardar el menaje o los utensilios de cocina, y, por supuesto, como mueble-bar.
Lo importante es encontrar un diseño que encaje con la decoración de nuestra casa, buscarle un rincón donde se luzca y sea tan estética como funcional y disfrutar del estilo y la comodidad que nos proporcionará.